Niña hermosa, dueña de mi amor,
Cuando el corazón te duela tanto
No lo castigues ahogando tu dolor,
Déjalo ser, deja fluir el llanto;
Déjalo lavar tus pétalos, bella flor.
Las lágrimas alivian las penas,
Déjalas caer por tus mejillas amor,
Que sólo así sacarás lo que te aqueja de tus venas.
Cuando las penas te agobien el alma,
No las guardes en tu noble pecho,
Desahogate, cuéntame que te han hecho;
Sólo así tu corazón estará en calma.
Tierna joven flor de mi alma,
No temas, te ofrezco mis brazos,
En ellos encontrarás consuelo y mi amor.
Déjame acariciarte con el alma.
Déjame secar tus lágrimas con mis besos.
Déjame sanar tu corazón, valiente flor.
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