Febrero 22,
2011
GIL;
El Pueblito Donde Crecí
GIL es un pueblito ubicado en la región de Zamora Michoacán, es único
y especial, ahí guardo todos mis inolvidables recuerdos de mi infancia. GIL es el pueblito pintoresco donde crecí y viví la mayor parte de mi
adolescencia junto a los traviesos de mis hermanos, mis primos y amigos cercanos.
Mi vida ahí fue grandiosa, estuve rodeado del cariño de todos mis seres
queridos; tuve la niñez deseada de todo niño.
Como
poder olvidar el bullicio y la alegría de las mañanas? Las señoras molían el
nixtamal para preparar las tortillas. Se escuchaba como melodías en los oídos
el ruido de los metates y los molinos preparando la masa. Se sentía una
maravillosa sensación de bullicio y alegría. Se olfateaba un aroma tan
llamativo y delicioso de las tortillas recién hechas, y del chocolate caliente,
la bebida preferida de los nobles gobernantes Aztecas. Los señores se disponían
a ir a ordeñar a sus vacas para llevar leche fresca a sus familias, y mientras
pasaban por los callejones se escuchaban las pisadas de las herraduras de los
caballos, formando un sonido hueco entre el medio del empedrado de los
callejones, y los ladridos de sus perros que despertaban a todo mundo. Pero lo
mas lindo que guardo en mi corazón, es el alegre amanecer disfrutando del dulce
canto de los gorriones y ese agudo cántico de los gallos que anunciaban la
venida del sol naciente entre los verdes cerros.
GIL es un pueblito pequeño, pero grande en espíritu. El espíritu se encuentra en su
magnifica gente, llena de bondad, gente amable, alegre y hospitalaria. Ahí la
mayoría de las personas se conocen los unos a los otros. Gracias a que el lugar
es pequeño los niños se reunían todos juntos a jugar; mi infancia ahí fue
estupenda, aunque nuestras familias eran de bajos recursos lo teníamos todo,
pues la naturaleza estaba a nuestro alcance. Si queríamos jugar, el hecho de no
tener juguetes no era escusa para dejar de hacerlo, amarrábamos los lasos y reatas
de nuestros padres y nos poníamos a jugar, como si hubiéramos sido los
grandiosos charros de la región. De igual manera que los niños, los señores se
reunían en las tardes, en su cantón, a discutir los problemas y/o necesidades
de la comunidad.
GIL es un lugar muy pacifico, ahí
se siente uno muy cómodo y tranquilo. La amabilidad y bondad de su gente es única,
como en pocos lugares. La vida en GIL es muy sana para las familias,
pero en especial para los niños que crecen en un ambiente de compañerismo, y
armonía con ellos mismos y la naturaleza. A diferencia de la ciudad donde ahora
vivo ahí se respiraba aire fresco y puro. GIL mi pueblito de ensueño,
como si fuera un mito pero real.